Serie Otras Historias
Período 2020
Es una serie procesual, de la anterior; Juegos antiguos, por lo tanto es referencial de la adolescencia y algo más de Beto apodo del Artista Roberto Giménez.
La imagen y el manejo plástico están al servicio del discurso poético. Los personajes, muy sintéticos, se multiplican y toman dimensión con respecto al espacio vivencial a través del lenguaje visual, so pretexto de contar Historias de encuentros en fogones, las bicicleteadas, las salidas a parques y plazas o las huidas al río con amigos y compinches o los primeros trabajos. Los primeros amores, todo un desafío de los secretos de la edad.
Los Juegos de San Juan I
Acrílico s/tela. | 62 cm x 42 cm. | 2020 | COMPRAR OBRA
Los Juegos de San Juan II
Acrílico s/tela | 62 cm x 42 cm | 2020. | COMPRAR OBRA
Los Juegos de San Pedro
Óleo s/tela | 30 cm x 40 cm | 2020. | COMPRAR OBRA
Los Juegos de San Pablo
Acrílico s/tela | 104 cm x 145 cm | 2020 | COMPRAR OBRA
Juntadas en las Canchas
Acrílico s/tela | Díptico | 90 cm x 60 cm | 2020 | COMPRAR OBRA
Bicicleteada
Acrílico s/tela | 45 cm x 60 cm | 2020 | COMPRAR OBRA
Tarde de Plaza I
Acrílico s/tela | 70 cm x 90 cm | 2020 | COMPRAR OBRA
Tarde de Plaza II
Óleo s/Tela | 70 cm x 90 cm | 2020 | COMPRAR OBRA
Tarde de Plaza III
Acrílico s/tela | 45 cm x 60 cm | 2020 | COMPRAR OBRA
Tarde de Plaza IV
Acrílico s/tela | 30 cm x 40 cm | 2020 | COMPRAR OBRA
Tarde de Río I
Acrílico s/tela | 40 cm x 50 cm | 2020 | COMPRAR OBRA
Tarde de Río II
Acuarela | 22 cm x 29 cm | 2020 | COMPRAR OBRA
Tarde de Río III
Acrílico s/tela | 83 cm x 120 cm | 2020 | COMPRAR OBRA
Entre el Agua y el Cielo
Técnica mixta | 26 cm x 35 cm | 2020 | COMPRAR OBRA
Primavera en la Plaza
Tinta s/papel | 26 cm x 35 cm | 2020 | COMPRAR OBRA
Primavera en la Plaza II
Mixta s/tela | 83 cm x 121 cm | 2020 | COMPRAR OBRA
En Obras I
Acrílico s/tela | 104 cm X 145 cm | 2020 | COMPRAR OBRA
En Obras II
Mixta | 0,26 x 0,35 cm | 2020 | COMPRAR OBRA
En Obras III
Acrílico s/tela | 140 cm x 190 cm | 2021 | COMPRAR OBRA
Tiempo de amor y paz
Tinta s/papel | 0,25 cm X 0,33 cm | 2020 | COMPRAR OBRA
Tiempo de amor
Tinta | 25 cm x 33 cm | 2021 | COMPRAR OBRA
Tiempo de amor adolescente I
Grafito | 32 cm x 43 cm | 2021 | COMPRAR OBRA
Tiempo de amor animal
Lápiz color | 32 cm x 43 cm | 2021 | COMPRAR OBRA
Tiempo de amor adolescente II
Acrílico s/tela | 84 cm x 121 cm | 2021 | COMPRAR OBRA
Tiempo de amor adolescente III
Acrílico s/tela | 50 cm x 70 cm | 2021 | COMPRAR OBRA
Amor en la 9 de Julio
Tinta s/papel | 32 cm x 43 cm | 2021 | COMPRAR OBRA
Buenos Aires, Marzo de 2021.
De pie sobre el andamio, en tanto hacen la casa,
cantan los albañiles, como el pájaro canta,
cuando construyen el nido, de pie sobre una rama.
Gustavo Riccio (Buenos Aires, 1900-1927)
Este joven poeta del grupo de Boedo -fallecido prematuramente a los 27 años- se hubiera deleitado con la obra de Roberto Giménez. Estas líneas no solamente describen, sino que acompañan el espíritu de sus pinturas, sobre todo aquellas con obreros que acarrean vigas, cargan bolsas, pegan martillazos, suben y bajan escaleras, dan golpes de maza y otras tantas tareas. No todo es esfuerzo, también están quienes toman un descanso, leen un libro o esperan a la señora que les lleva la vianda. El obrero de la construcción de Roberto tiene la dignidad y la dicha que admira el poeta Riccio. Más allá de estos temas laborales nuestro artista pinta relatos de juntadas en las canchas, bicicleteadas, tardes de plaza, tardes de río, tiempo de amor y paz, primavera, todos acontecimientos con fuerte sentido comunitario, gregario, donde el individuo está protegido por su grupo de pertenencia y es feliz.
Varios artistas centraron su atención en reuniones populares al aire libre, basta recordar Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte, del neoimpresionista Georges Seurat, o -si nos remontamos más atrás en la historia- las fiestas campesinas y casamientos de Pieter Brueghel, el Viejo; Roberto sigue esta tradición de pintura costumbrista con un lenguaje ágil y contemporáneo subrayando una atmósfera fraternal y vital. No hay jerarquía en sus personajes, todos son protagonistas, el hombre con bastón, las niñas que remontan los barriletes, una pareja de enamorados que disfruta la tarde, los perros, las gallinas, los globos y las palmeras, nadie domina sobre nadie. En algunos casos hay toques mágicos o surrealistas cuando aparecen ángeles, o cuando hombres y mujeres parecen bailotear en el aire, como un guiño a aquellas pinturas donde Marc Chagall hacía convivir el ángel con el hombre, como en el principio de los tiempos. Tampoco hay jerarquía espacial y este es uno de los rasgos más distintivos y personales de la pintura de Roberto; como un correlato entre la memoria y la pintura, muchas de estas juntadas son fogonazos del pasado, de su juventud y de su infancia que aparecen de forma espontánea e impredecible. Todo parece una danza, y cómo no pensar precisamente en el espíritu de La danza de Henri Matisse, aquel pintor de la felicidad. Cada obra pintada por Roberto es un espacio poético de métrica libre, hay soplo de libertad absoluta, no hay intenciones de documentación sino de impresión y sensación, bienestar y juego compartido. Nada parece romper esta armonía que está afianzada por la unidad del color, figuras rojas sobre fondo blanco, o siluetas azules que vibran en un espacio rojo, reiterando esta idea de espacio pictórico uniforme y equilibrado.
El director de cine Wim Wenders decía que cuando ponía un personaje al lado de otro inmediatamente el espectador comenzaba a imaginarse una historia, y esto es precisamente lo que sucede con las obras de Roberto, cada una es un recorte de una gran historia, una narrativa que parece no tener principio ni fin. El cielo se funde con la tierra, la tierra con el río, el arriba con el abajo y nada se distancia con nadie. Otro de los logros de Roberto es el dinamismo de esta narrativa, todo fluye como el cuento de una abuela a su nieto, con qué gusto se evocan los pescadores en el río, el lector bajo la sombrilla, los diálogos alrededor de la fogata, los niños que se disputan la pelota, el lavado dominguero del auto, o simplemente aquel que se acuesta sobre el pasto para mirar pasar las nubes. No es menor el mundo vegetal y el animal, cactus, palmeras, pinos, plantas y árboles sin especie, perros que corretean y juegan con sus amos o amigos eventuales, peces que nadan y a la vez parecen volar; humanos, animales y plantas constituyen un friso único y vital.
Dijimos que cada escena es una pieza poética y también podríamos afirmar que es una partitura musical, en todos sus cuadros suena esa correspondencia entre sonidos y colores tal como proponía Wassily Kandinsky a principios del siglo pasado. Volviendo a las pinturas de obra en construcción allí se ve que los peldaños que suben y bajan los obreros son más parecidos a teclas de un piano multicolor que a una escalera de obra. El espíritu festivo desborda la última producción de Giménez, nuestro artista parece descender de una genealogía de artistas felices, Matisse, Chagall, Brueghel. No hay leyes espaciales que sujeten a sus personajes, ellos caminan, se abrazan, pasean y trabajan en un mundo ideal sin límites ni fronteras entre el cielo y la tierra.
Lic. Julio Sánchez Baroni
Lic. en Historia de las Artes, UBA.
Buenos Aires, Marzo de 2021.
Merlo – San Luis, Octubre de 2020.
Unir dos puntos es un acto de valor, trazar esa línea es animarse a ver.
Antiguamente se apoderaban de las cosas y sus almas, con artilugios mágicos en un ritual sagrado casi único. Gracias a éste acto, se llegaba a dominar la naturaleza sin tocarla, ni modificarla materialmente. Se podía a través de él, manipular a otros seres o incluso matarlos, se podía ganar guerras, hablar con los dioses, ver un augurio, impartir miedo, gobernar sobre otros, asegurar la caza y hasta incluso a veces dar vida eterna a almas perdidas. Curioso y sobre todo poderoso acto, que dominándolo uno, podía lograr todo tipos de cosas. Nada o casi nada ha cambiado desde entonces, a diferencia simplemente de la situación y del soporte, ahora tal vez sea en lienzo y antes en la piedra de alguna cueva.
¿Qué convierte lo ordinario en extraordinario?
Subjetivamente podría decirse que la vida es la tensión entre dos puntos, por un lado, entre, lo vivido, el recuerdo, el pasado, la memoria, el relato, el mito y por el otro lado, el vivir, la experiencia, el estar siendo, el presente, la acción, el rito.
Rápidamente puede advertirse, que uno de los universos es inmaterial, extenso, oscuro y el otro universo su contrario, material, finito, luminoso sensible. Uno es creado por la acción del otro y viceversa. Así es como el mito genera al rito y el rito genera al mito. Pasado y presente se modifican y crean continuamente, en una experiencia atemporal. El nexo vinculante entre estos puntos, podría pensarse como la conciencia, esa especie de lectura o estudio de ese universo inabarcable, el uno mismo.
Las obras de Roberto nos llevan a explorar esa tensión, nos muestran escenas de antaño y actuales. Nos muestra siempre los juegos, la diversión, la felicidad, sus escenas parecen ser sacadas de un cuento, pero son escenas que todos hemos vivido y que vivimos a diario. Sus pinturas cargadas de nostalgia nos dicen que ahí está la vida y que ahí estuvo siempre. Vale la pena recordar los momentos que nos forman, que nos convierten en uno mismo. Para afianzar ese recuerdo, para repetir experiencias similares y crear nuevas. Los juegos en la plaza, la buena compañía, la charla, la bicicleta, la pelota, el río, todas las risas, los besos, las primeras veces de todas las cosas que nos regalaron un momento. Cada pintura de “Otras Historias” funcionan como amuletos o souvenir, es decir como un recuerdo material, que nos ayudan a recordar, como la primera carta de amor guardada en una caja de zapatillas. También funciona como señalamiento del tiempo, en donde uno decide que ser, en donde uno se encuentra con mayor libertad. Rescata así, lo extraordinario de lo cotidiano, nos revela que no existen momentos ordinarios si estamos dispuestos a mirarlos con asombro. Lo ordinario es lo que se olvida, lo que no se sujeta en la memoria. Para sujetarlos hay que recordar o revivirlo, las pinturas nos remarcan con colores complementarios situaciones de juego, de diversión, de tranquilidad, escenas que están ahí al alcance de la mano para hacerlas verdaderamente nuestras. Es una especie de propuesta para definir nuestros arquetipos, esa suerte de matrices de sentidos a partir de los cuales nos paramos frente al mundo, es decir, nuestros mitos que le da origen a todas nuestras circunstancias.
Ésta serie nos lleva a lo primitivo, nos recuerda la pintura rupestre, al arte textil precolombino con sus figuras esquemáticas, sus siluetas flotantes monocromas que parecen texturas que van ocupando toda la superficie hasta cubrirlo todo.
Adeolfo Colombres dice en su libro, Teoría Transcultural del Arte (2005): “El mito revela ocultando deja entrever lo real en una zona de penumbra, la que más que a lo fantasmal nos remite a lo maravilloso, pues dado allí recuperar lo perdido, lograr que las cosas vuelvan a ser e incluso desmontar las prohibiciones.”1 (p.21.). “Otras Historias” nos acercan a lo maravilloso de lo cotidiano, a la exploración profunda, a desarmar dogmas, a recuperar lo perdido, lo olvidado y transformarlo en memoria viva, es decir, en algo propio para tener de donde asirse y seguir andando.
1 Adolfo Colombres (2005) Teoría Transcultural del Arte,Ediciones del Sol, 2005, Bs As. Argentina.
Lic. Pablo Vinet
Investigador en Arte Contemporáneo
Merlo – San Luis, Octubre de 2020.
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